EL LIBRO (EN)CERRADO

INTRODUCCIÓN

Dentro del pequeño estante número 500, después de abrir la reja sin llave, encontrarás siete libros. El número uno nadie lo ha abierto, se sospecha que al igual que el tres, ha de estar vacío. El número dos, más que un libro parece una libreta de apuntes, de notas, de números telefónicos y listas del súper; nunca nadie lo toca, nos recuerda que nosotros también deberíamos estar ocupados. El número cinco y el número seis comparten historias de tanto tiempo que llevan siendo vecinos; en las tardes se salen de su lugar, caen y hacen mucho ruido. A pesar de compartir contenido, el número seis tiene dibujos de colores brillantes sobre niños, con gatitos naranjas en páginas blancas; en cambio, el cinco se ve ya amarillo y no tiene más que grises letras llenas de noticias y el himno nacional. El número siete es el más pequeño, pero el más lleno; vomita los papeles olor a cigarro y unos ojos se asoman constantemente entre ellos.

Si no he hablado del número cuatro es porque esa historia me la sé mejor y la puedo hacer muy larga. En su portada hay dos gatos, uno pequeño y otro microscópico; una parte cuenta la historia de un chihuahua muy alto que suele saltarse la barda para ir a visitarlos. En realidad, se supone que en ese estante están prohibidos los gatos microscópicos y los chihuahuas, pero como el bibliotecario casi no revisa ya a nadie le importa.

En la primera página hay un índice desordenado, temas que no coinciden, borrones y manchas de lápiz; pero las hojas huelen bien, a flores…y dice algo como libretas, papeles, telas, jabón, arcilla, cables, videojuegos, consolas, ¿acaso es un inventario?

Si avanzas unas páginas más, te darás cuenta de que el índice no sirve de nada, pues en resumen, dice algo así:

Capítulo 1. HORMIGAS

Hambre, no importa cuanto llene mi hormiguero, siempre va a haber hambre. La comida nunca alcanza, no importa cuánto trabaje. Poco a poco construí tres fogatas, pero no sirven sin comida, ¿verdad? A veces, para llenarnos con algo, preferimos comer veneno…

Capítulo 2. SERPIENTES

Salimos del agua de la cascada, nos deslizamos, arrancando el color tierra de las montañas y caemos. Al impactar el suelo corremos, aquí no nos quieren, nos vamos, desaparecemos en la oscuridad.

Capítulo 3. PLANTAS

El sol calienta en mi piel verde, es de mañana, huele a gas y pintura fresca. Nadie nos mira, así que en la noche dejamos las macetas de lado y salimos a pasear. Convivimos en el patio detrás de la barda y a veces, si no nos da tiempo de volver antes de que amanezca, nos quedamos atrapadas a la mitad del camino.

Capítulo 4. SOMOS CUATRO EN EL CUARTO

El más alto es el chihuahua dormilón; cuando come, siempre deja algo para las hormigas, cuando no come es porque se está persiguiendo la cola, gira y gira en el mismo lugar, se cansa, se marea y duerme, en una cama que le queda chica, que tiene que compartir con dos más. Al chihuahua le gusta el gato gruñón, ése que todo el día lame y lame su pelaje que por alguna razón nunca queda limpio, no duerme en el día por hacer eso y no duerme en la noche por llorarle a la luna…le llora porque no la ve por la ventana, es que la extraña mucho. El gato gruñón cuida al gato microscópico; llegó siendo apenas una pizca en el universo del ramiau, necesitado de mamá porque le quitaron la suya y ahora es más independiente que el resto de los personajes del libro.

Todos ellos cohabitan con el dragón azul de bolsillo, no digo “conviven”, porque no lo hacen y casi nadie habla de él porque no hay nada que decir; solo es un hermoso dragón azul de bolsillo. Se encuentran al final del libro, entre cuatro páginas blancas que solo muestran ilustraciones de ellos.

Y así es como existen todos estos seres, en el espacio de las páginas del tomo número 4 de una historia, dentro de la estantería naranja número 500 de una librería que nunca veré completa.

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